La vida suele darte una de cal y otra de arena, como dice el refranero popular y, por suerte sabe darte de cada una, más o menos, en su justa medida. Cuando estamos inmersos en situaciones desagradables solemos ver solo el lado negativo de las cosas, pero cuando conseguimos alejarnos y mirar con perspectiva la vida es cuando somos capaces de ver los diferentes matices y observar como esa oscuridad se va tornando lentamente en claridad. La vida es bastante peculiar en eso creo que estamos todos de acuerdo y tenemos que saber afrontar las nuevas situaciones, tanto buenas como malas, debemos llevar siempre la sonrisa a cuestas porque no sabemos cuando la vamos a utilizar o incluso a necesitar. Hoy es uno de esos días en los que no estaría mal echar unas cuantas lágrimas para luego soltar una carcajada. Porque todo en esta vida tiene solución, excepto la muerte. Los días sumidos en una terrible oscuridad parece que comienzan a desvanecerse y el sol comienza a asomar cada mañana con más fuerza. Desconozco el camino que he de tomar y hacia donde me conducirá, pero en estos momentos eso ya no me preocupa ni me da tanto miedo como hace algunas semanas, o incluso días. La vida se asemeja bastante a una estación, hay pasajeros que llegan y otros que se van, algunos temporalmente, otros simplemente llegaron de paso. Pero nosotros permanecemos siempre con nuevas maletas, con retazos de aquellos que se fueron, con sonrisas de aquellos que se quedan, con lágrimas por aquellos que no volverán y con cierta indiferencia por aquellos otros que nunca debieron de apearse en nuestra estación. Pero he de decir que de todos se aprende algo, sea con un sabor dulce o amargo, esa es una de las grandes virtudes que no debemos de dejar pasar, el aprender constantemente del transitar.
1 comentario:
Cuántos andenes nos quedan por recorrer, cuántas maletas por deshacer.
Una nueva vía, un futuro incierto y trenes que no dejan de pasar.
Y entre tanto caos y desconcierto pequeñas cornisas a las que poderse agarrar.
Gracias por entender que sólo soy un mortal y que lo siento.
Un abrazo desde la isla,
El Náufrago...
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