miércoles, 12 de noviembre de 2008

Deja que fluya...

- No existe eso que llama influencia buena, Señor Gray. Toda influencia es inmoral..., inmoral desde el punto de vista científico.
- ¿Por qué?
- Porque influir sobre una persona es transmitirle nuestra propia alma. No piensa ya con sus pensamientos naturales ni se consume con sus pasiones naturales. Sus virtudes no son reales para ella. Sus pecados, si es que hay algo semejante a pecados, son prestados. Se convierte en eco de una música ajena, en actor de una obra que no fue escrita para ella. El fin de la vida es el propio desenvolvimiento, realizar la propia naturaleza perfectamente, esto es lo que debemos hacer. Lo malo es que las gentes están asustadas de sí mismas hoy día. Han olvidado el más elevado de todos los deberes: el deber para consigo mismo. Son caritativas, naturalmente. Alimentan al hambriento y visten al pordiosero. Pero dejan morirse de hambre a sus almas, y van desnudas. El valor nos ha abandonado. Quizá no lo tuvimos nunca, en realidad. El terror de la sociedad, que es la base de la moral; el terror de Dios, que es el secreto de la religión... Estas son las dos cosas que nos gobiernan. Y, sin embargo...

El retrato de Dorian Gray; Oscar Wilde.